LA REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA
EN SU NOMBRE

JUZGADO SEGUNDO DE PRIMERA INSTANCIA EN LO CIVIL, MERCANTIL Y DEL TRÁNSITO DE LA CIRCUNSCRIPCIÓN JUDICIAL DEL ESTADO MÉRIDA

198º y 149º

PARTE NARRATIVA

Mediante auto que riela al folio 33 y 34 del expediente principal, se admitió la demanda de Partición de Bienes habidos en Comunidad Concubinaria, interpuesta por la ciudadana RAMONA DEL CARMEN PEÑA, venezolana, mayor de edad, titular de la cédula de identidad Nº 3.764.188, domiciliada en la Azulita, Municipio Andrés Bello del Estado Mérida y civilmente hábil, a través de sus apoderados judiciales abogados en ejercicio RAMÓN VILLARROEL NORIEGA y MARIA PIRAMA DUGARTE DE PEÑA, titulares de las cédulas de identidad números 1.011.525 y 3.992.211, inscritos en el Inpreabogado bajo los números 15.627 y 50.944, respectivamente, de este domicilio y jurídicamente hábiles, en contra del ciudadano JOSÉ MAURO HERNÁNDEZ UZCATEGUI, venezolano, mayor de edad, titular de la cédula de identidad Nº 4.489.635, domiciliado en el Municipio Andrés Bello del Estado Mérida y civilmente hábil. En el libelo de la demanda que corre inserto a los folios del 2 al 4 del respectivo cuaderno de medidas fue solicitada por la prenombrada ciudadana a través de sus apoderados judiciales, medida de prohibición de enajenar y gravar sobre dos (2) inmuebles propiedad del demandado ciudadano JOSÉ MAURO HERNÁNDEZ UZCATEGUI, el primero, consistente en una casa para habitación y las mejoras y bienhechurías, ubicada en el sitio denominado “Olinda” de la población de la Azulita, Municipio Andrés Bello del Estado Mérida, el segundo consistente en una casa para habitación familiar constituido sobre un lote de terreno situado en Jurisdicción de la Azulita del Municipio Andrés Bello del Estado Mérida, cuyos linderos y demás especificaciones constan en el correspondiente título de propiedad.

Este Tribunal para decidir hace previamente las siguientes consideraciones:

PARTE MOTIVA

PRIMERA: Dentro del procedimiento referente a las medidas preventivas siempre se apertura un cuaderno separado en orden a lo consagrado en el artículo 604 del Código de Procedimiento Civil, cuaderno éste que se encuentra totalmente vinculado al juicio principal que le dio origen, aún cuando el mismo tiene una autonomía relativa, pues se desprende del proceso que se encuentra en curso.

SEGUNDA: Para pronunciarse sobre la medida, este Tribunal debe escudriñar la naturaleza del proceso cautelar, y de las medidas precautelativas, que como bien lo enseña el maestro FRANCESCO CARNELLUTTI, en su obra: Instituciones del Proceso Civil, sirven para garantizar las resultas del proceso, “Constituyen una cautela”, para el buen fin de otro proceso (Definitivo), y, dada la naturaleza propia de las providencias cautelares, las cuales como expresa el autor PIERO CALAMANDREI, proveen a eliminar el peligro mediante la Constitución de una relación provisoria, pre-ordenada al mejor rendimiento practico de la futura providencia principal.

Al respecto, advierte este Juzgado que las medidas cautelares son parte esencial del derecho a la tutela judicial efectiva y del derecho a la defensa, teniendo su base en la propia función del Juez de Juzgar y ejecutar lo juzgado y pueden ser utilizadas, siempre que cumplan los dos requisitos esenciales del periculum in mora y del fumus boni iuris, de la forma más amplia para garantizar la eficacia de la sentencia que decida sobre el fondo de la controversia.

En efecto, la emisión de cualquier medida cautelar, tal como lo disponen los artículos 585 y 588 del Código de Procedimiento Civil, esta condicionada al cumplimiento concurrente de dos requisitos: que se presuma la existencia del buen derecho que se busca proteger con la cautelar, como del riesgo manifiesto de que pueda quedar o hacerse ilusoria la ejecución del fallo estableciendo la norma que el solicitante de la medida, tiene la carga de acreditar ante el Juez, haciendo uso de los medios de prueba que confiere el ordenamiento, la señalada presunción.

En lo que respecta a ésta presunción del buen derecho, la jurisprudencia venezolana ha considerado que esa “apariencia del buen derecho”, se determina a través de un preventivo cálculo o juicio sumario de verosimilitud sobre el derecho del demandante y sobre las probabilidades de éxito de la demandada, sin que tal análisis suponga un pre-juzgamiento del fondo del asunto, por cuanto las medidas cautelares son instrumentales, provisionales y dictadas con base a un conocimiento incompleto, siendo que la sentencia definitiva podría confirmar o revocar lo estimado por vía cautelar. En este sentido, no puede exigirse la certeza del derecho invocado, justamente porque, tal como lo indica la doctrina nacional, ello “es un atributo del juicio pleno, cuestión que no se da en los procesos cautelares, donde el Juez, por mas que lo intente, -si se atiende a los breves plazos legales-, solo podrá alcanzar una fuerte presunción”. Tal apreciación del fumus boni iuris, en principio, debe estar fundamentada en un medio de prueba y en la argumentación presentada por el accionante y debe surgir objetivamente de los autos, no de la convicción subjetiva, de la parte solicitante.

Este presupuesto requiere prueba del derecho que se reclame, la cual debe acompañarse como base del pedimento, si no constare ya del propio expediente, pero no vale cualquier clase de prueba; no exige la Ley que sea plena, pero sí que constituya a lo menos presunción grave de aquél derecho. La presunción, según ha sido definida universalmente por la legislación, la doctrina y la jurisprudencia, es la consecuencia que la Ley o el Juez deducen de un hecho conocido para llegar a otro desconocido. Es la definición de Poithier y de Domat; el primero dijo, que era “el juicio que la Ley o el hombre efectuaba acerca de la verdad de una cosa mediante la consecuencia deducida de otra”, y el segundo, que: “era la consecuencia que se deduce de un hecho conocido para poder conocer la verdad de uno incierto de que se busca la prueba”.

Pero el Código de Procedimiento Civil, en el caso en estudio, califica la presunción, la requiere de mucha entidad e importancia probatoria, por eso la exige grave. Al decir nuestra Ley que la presunción debe ser grave quiso, sin duda, referirse a la presumtio violenta, que es un indicio calificado, el cual hace muy verosímil el hecho que trata de deducir o inducir, la Ley ha querido, pues, que entre el hecho que se trata de demostrar o deducir y el demostrado exista “un enlace preciso y directo conforme a las reglas del criterio humano”.

El carácter de gravedad de la presunción por cuanto, como lo señala la doctrina italiana, es materia mejor sentible que definible, corresponde a la soberana apreciación del Juzgador. Una jurisprudencia italiana ha considerado graves, las presunciones “capaces de hacer impresión sobre una persona razonable”, pero, a nuestro ver, la gravedad estriba en que la presunción tenga tal grado de probabilidad que lleve al ánimo del Juez suficiente certeza como para obligarle a creer, que para el momento, está probado el derecho que se reclama en el proceso. La Ley, pues, solo exige un mínimum de probanza, por lo que huelga todo comentario cuando la obligación demandada o “el derecho que se reclame” esté plenamente probado.

TERCERA: Aplicando tal doctrina al caso de autos, y en relación a la presunción del buen derecho, se observa que la pretensión del presente proceso, es la partición de bienes habidos en comunidad concubinaria, al cual, se acompaña al escrito libelar los siguientes documentos:

1.- Copia certificada de poder otorgado a los abogados en ejercicio RAMÓN VILLARROEL NORIEGA, MARIA PIRAMA DUGARTE DE PEÑA y MARIA ANTONIETA VILLARREAL RODRÍGUEZ, expedido por el Juzgado Primero de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil y del Tránsito del Estado Mérida.

2.- Copia certificada de las partidas de nacimiento de los ciudadanos MARILU, HENNRY ALFONSO, YAQUELY CECILIA y EDGAR JOSÉ HERNÁNDEZ PEÑA, expedidas por el Juzgado Primero de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil y del Tránsito del Estado Mérida.

3.- Copia certifica de documento autenticado por ante el Segundo de los Municipios Alberto Adriani, Andrés Bello, Obispo Ramos de Lora y Caracciolo Parra y Olmedo de la Circunscripción Judicial del Estado Mérida, expedido por el Juzgado Primero de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil y del Tránsito del Estado Mérida.

4.- Copia certificada de la sentencia definitiva declarada con lugar la acción de reconocimiento de existencia de unión concubinaria incoada por la ciudadana RAMONA DEL CARMEN PEÑA, contra el ciudadano JOSÉ MAURO HERNÁNDEZ UZCATEGUI, expedida por el Juzgado Primero de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil y del Tránsito del Estado Mérida.

5.- Original de documento de compra venta, debidamente registrado por ante la Oficina de Registro Subalterno del Distrito Andrés Bello del Estado Mérida, en fecha 01 de septiembre de 1.986, bajo el Nº 47 del Protocolo 1º, Tomo 1º, Trimestre Tercero del referido año.

CUARTA: Siendo que las referidas documentales soportan el derecho reclamado, y la presunción grave de que quede ilusoria la ejecución del fallo, es por lo que es lógico que se decrete la medida de prohibición de enajenar y gravar, como medida precautelativa, quedando así satisfecho el carácter de gravedad de la presunción que hace impresión sobre una persona razonable de la necesidad de decretar tal cautelar a los fines de impedir que el referido inmueble salga del patrimonio de la parte demandada, por lo cual, surge de la instrumental la presunción del buen derecho, tal como se expresó ut supra, lo que aunado a la existencia del periculum in mora, es decir, lo que la doctrina nacional ha denominado “el criterio de la tardanza o de la morosidad” que presupone un proceso judicial, lo cual trae insito un peligro que unido a otras condiciones propias de la litis tramitada, constituye lo que se a dado en llamar efectivamente Periculum In Mora.

QUINTA: La jurisprudencia ha señalado que: “el peligro en la demora a los efectos de la medida precautoria, surge de la sola duración del proceso; la prolongación de un lapso mas o menos largo siempre le crea un riesgo a la justicia”. De manera, que se encuentra acreditada fehacientemente, la posibilidad de enajenar el inmueble por parte de la accionada, lo cual genera la presunción del buen derecho y existe el periculum in mora, con la notoria tardanza de los procesos ordinarios, por todo lo cual, este Tribunal encuentra completos estos dos presupuestos para el decreto de la cautelar solicitada.

Vale decir, no debe el Juez de Instancia buscar elementos distintos del fumus boni iuris y el periculum in mora, para cada medida cautelar que se decrete, pues basta la existencia de tales elementos para que el Juez de la causa decrete las medidas cautelares necesarias, para cumplir con el objeto de tal Institución procesal, siendo que para el maestro CARNELLUTTI, tal objeto consiste en la garantía del desarrollo o resultado de otros procesos; para CALAMANDREI, es una anticipación provisoria de los efectos de la garantía jurisdiccional; para COUTURE, la finalidad de las medidas cautelares es la de restablecer la significación económica del litigio, con el objeto de asegurar la eficacia de la sentencia; para GUASP, la finalidad es que no se disipe la eficacia de una eventual resolución judicial; por lo que basta que el Juzgador encuentre los elementos de la presunción grave del derecho que se reclama y del peligro en la demora, para decretar cualquier otra medida típica, de las establecidas en el Código de Procedimiento Civil, de manera tal que habiéndose establecido los presupuestos procesales up supra señalados, estos sirven de fundamento para el decreto de la cautelar nominada de prohibición de enajenar y gravar, señalada en el particular “SEGUNDO” del escrito libelar y así se decide.

SEXTA: Con relación a la medida solicitada por la parte actora en el particular “PRIMERO”, del escrito libelar sobre un bien inmueble constituido por una casa para habitación y las mejoras y bienhechurías realizadas en dicho inmueble y que consta de una (1) sola planta, dotada de cocina, recibo, comedor, una pieza sanitaria, un patio interno y otro externo, constituido de paredes de bloques de concreto, techo de zinc y pisos de cemento, dos (2) habitaciones, construido sobre un terreno de siete (7) cuadras mas o menos, ubicada en el sitio denominado “Olinda” de la población de la Azulita, Municipio Andrés Bello del Estado Mérida, la cual esta sembrado con plantaciones de café, árboles frutales y frutos menores y se encuentra alinderado de la siguiente manera: PÍE: Separa terrenos que son o fueron de Teofilio Ramón Silva, divide mojones de piedra; COSTADO DERECHO: Divide la quebrada tres (3) puentes; CABECERA: Separa terrenos que son o fueron de Atilio Angulo, divide mojones de piedra; COSTADO IZQUIERDO: Separa terrenos que son o fueron de Atilio Angulo divide mojones de piedra y demás especificaciones que constan en el escrito libelar, este Tribunal se abstiene de providenciar sobre la misma, en virtud de que revisado como ha sido el presente cuaderno se observa que no consta en los autos documento debidamente registrado de dicho inmueble y así se decide.

PARTE DISPOSITIVA

En orden a lo antes expuesto este Juzgado Segundo de la Primera Instancia en lo Civil, Mercantil y del Tránsito de la Circunscripción Judicial del Estado Mérida, procediendo en nombre de la República Bolivariana de Venezuela y por autoridad de la Ley, DECLARA:

PRIMERO: SE DECRETA MEDIDA PREVENTIVA DE PROHIBICIÓN DE ENAJENAR Y GRAVAR, solicitada por la parte actora en la presente causa, sobre un bien constituido por una casa para habitación familiar en estado ruinoso, sobre un lote de terreno consistente de siete cuadras en más un menos con plantaciones de café frutal, cambural y demás frutos menores, ubicado en el sitio “Aldea Olinda”, del Distrito Andrés Bello del Estado Mérida, demarcado de la siguiente manera: PÍE: Separa terrenos que son o fueron de Teofilo Ramón Silva, divide mojones de piedra; COSTADO DERECHO: Divide la quebrada tres puentes; POR CABECERA: Separa terrenos que son o fueron de Atilio Angulo, divide mojones de piedra; COSTADO IZQUIERDO: Separa terrenos que son o fueron de Atilio Angulo, divide mojones de piedra. El referido inmueble le pertenece al ciudadano JOSÉ MAURO HERNÁNDEZ UZCATEGUI, por haberlo adquirido mediante documento protocolizado por ante la Oficina de Registro Subalterno del Distrito Andrés Bello del Estado Mérida, en fecha 01 de septiembre de 1.986, folios 164 vto al 166 vto, bajo el Nº 47 del Protocolo 1º, Tomo 1º, Trimestre Tercero del referido año.


SEGUNDO: No hay pronunciamiento en costas por la naturaleza especial del fallo.

TERCERO: Se acuerda participar, mediante oficio de esta misma fecha, al Registro Público del Distrito Andrés Bello del Estado Mérida, del decreto dictado por este Tribunal de la presente medida de prohibición de enajenar y gravar sobre el inmueble antes señalado, a los fines legales pertinentes. Ofíciese.

PUBLÍQUESE, REGÍSTRESE Y DÉJESE COPIA.

DADA, FIRMADA Y SELLADA EN LA SALA DE DESPACHO DEL JUZGADO SEGUNDO DE PRIMERA INSTANCIA EN LO CIVIL, MERCANTIL Y DEL TRANSITO DE LA CIRCUNSCRIPCIÓN JUDICIAL DEL ESTADO MÉRIDA. Mérida, dieciocho de septiembre de dos mil ocho.

EL JUEZ TITULAR,

ALBIO CONTRERAS ZAMBRANO.

LA SECRETARIA TITULAR,


SULAY QUINTERO QUINTERO.
ACZ/SQQ/lvpr.-